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Francisca Mateos Rodríguez
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Infancia
y Juventud |
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Francisca Mateos Rodríguez nació
en Serradilla (Cáceres-Extremadura), el día 28 de
Febrero de 1904.
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La
tasa de mujeres analfabetas en Extremadura, a principios de siglo XX rondaba el
81% (74,1% en toda España). En hombres, el 67,1 % de los
extremeños tampoco sabían leer y escribir (el 56,2% en
España). Por si esto fuera poco, hablamos de una población
extremeña aislada entre montañas, refugio de lobos. Esta
cifra de analfabetismo sería aún mayor que en resto de la
provincia.
Dª Francisca Mateos, hija de D.
Francisco y Dª Florencia, nació el 29 de
Febrero, un año bisiesto. Sin embargo, en su partida de
nacimiento figuró el día 28 para no crear polémicas.
D. Francisco era un hombre comprensivo, de mentalidad
abierta para la época y el lugar, con familia dedicada a la
enseñanza. Dª Florencia era más estricta y costumbrista.
Fueron labradores y tuvieron siete hijos : Juan José,
Mercedes, Carmen, Francisca, Elvira, Mª
Victoria e Ildefonso.
La joven Francisca tuvo la suerte de
ser familiar del eminente Profesor Rodríguez Álvarez, que
inventó el Método Rayas el mismo año en el que ella nació.
Gracias a este método de lectura por la escritura, aprendió
a leer y escribir, demostrando gran interés por el
conocimiento.
La maestra del pueblo, Dª Rosario
Marchante, enseñaba en la Escuela de primera enseñanza
primaria de Serradilla las reglas básicas: leer, escribir
y contar. Cuando las niñas aprendían lo necesario, les
mandaba a casa para ayudar en las tareas domésticas.
Siendo hija de labradores, Francisca tuvo que resignarse a dejar los estudios para empezar a colaborar en
el campo y las labores domésticas. La influencia de la
mentalidad de su padre y sus ansias por aprender le llevaron a
acudir de nuevo a la maestra Dª Rosario, solicitándole ayuda
para continuar estudiando.
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Dª Rosario calificó sus pretensiones como
una excentricidad, aunque comprendía perfectamente su
angustia.
Su lugar en la sociedad serradillana parecía predestinado desde su nacimiento.
Sin embargo, ante la insistencia de aquella jovencilla, en
un acto de complicidad con una brillante alumna,
accedió a facilitarle algunos textos.
Francisca tenía que ocultar los libros
para que nadie descubriera su rebeldía y quedase su nombre
marcado en los cuchicheos habituales del pueblo. Cuando
terminaba su tarea diaria subía a las "trojes" de su casa,
donde almacenaban el grano, y se ponía a leer a la luz de
una vela cualquier libro que llegaba a sus manos. Estudiando
a escondidas, para evitar la reacción de los propios padres
y la censura silenciosa de la propia sociedad.
Le atraían mucho las matemáticas, ya que consideraba que
era una asignatura "que nunca miente".
Se dirigió al cura y al alcalde del
pueblo pidiendo ayuda para salir de aquel anonimato
incomprensible y poder ir a clases. La respuesta fue clara:
como mujer ya tenía los conocimientos básicos para
defenderse en la vida. Ahora estaba destinada a ayudar a la
familia, casarse, trabajar en el campo y tener hijos.
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Rodeada de la incomprensión y falta de
ayuda de una sociedad que la ahogaba, decidió recurrir a su
tío Raimundo, que vivía en Cáceres. La carta que envió
Francisca le conmovió. D. Raimundo escribió a sus padres
para que permitieran a su hija pasar unos días en
Cáceres, con la excusa de las fiestas.
Ya en Cáceres, comprobó personalmente su grado de
preparación y conocimientos sobre diferentes materias. Es
asombroso la cantidad de conocimientos que poseía aquella
jovencilla de forma autodidacta. "¿Qué es lo que quieres? -
preguntó Raimundo- Enseñar a los demás, quiero ser maestra
-
respondió la sobrina.
D. Raimundo le facilitó un método de trabajo y los libros
necesarios para que Francisca preparara los exámenes de
Bachiller por su cuenta, de forma autodidacta. En aquellos momentos sólo
pudo encontrar la complicidad en una estampa con la
imagen del Stmo. Cristo de Serradilla, insignia de la fe serradillana:
"Nadie quiere ayudarme. Tu serás mi
maestro" - dijo Francisca Mateos mirando la estampa.
Su complicidad con
aquella estampita se convirtió en una fe que le ayudó a
luchar para conseguir todo aquello que se propuso en la
vida. La imagen del Stmo. Cristo de
la Victoria de Serradilla, su pueblo, le acompaño durante toda su
vida.
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A pesar de las muchas trabas que encontró en la sociedad de
la época, que no admitía la posibilidad de que una mujer se
entregara a los estudios, pudo compatibilizar sus
responsabilidades en el hogar con su preparación académica.
Estuvo concienciada de que la única manera de que su vida
trascendiera fuera de los límites de su pueblo era el
estudio. Así lo terminó aceptando su propio padre, que desde mucho tiempo atrás
intuyó las intenciones de su hija y
no quiso interponerse en su camino.
Aprobada con sobresaliente, ingresó
oficialmente en la Escuela de Magisterio a la edad de 22
años. Autodidacta, logró aprobar con brillantez la
carrera de Magisterio en Cáceres (1930). Gracias al título
obtenido pudo emplearse como profesora en Cáceres. De esta
manera logró salir de su pueblo, ayudar económicamente a la
familia y costearse los estudios para prepararse unas
oposiciones a maestro (la plaza de maestra de serradilla
estaba designada oficialmente). Paralelamente Ingresó en una academia de
música para aprender violín.
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